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Lorraine Heath (The hellions of Havisham)

1. Deseos ocultos de una dama 


Tras seis temporadas selladas con sendos fracasos, la señorita Minerva Dodger había optado por la soltería frente a los pretendientes que no pretendían más que su fortuna. Pero, gracias al club Nightingale, al menos podría disfrutar de una noche de placer. En el conocido establecimiento, las damas elegían a sus amantes ocultas tras una máscara. El terriblemente atractivo duque de Ashebury estaba más que dispuesto a satisfacer los deseos ocultos de la dama y conducir a Minerva a una relación cada vez más íntima.
Hombre de extraordinarios talentos, Ashe pronto descubrió que su compañera de cama era la poco convencional señorita Dodger. Intrigado por su valor y osadía, estaba decidido a cortejarla en serio. Pero Minerva se negaba a confiar en él. ¿Cómo iba a poder cortejar a una mujer a la que ya había seducido? ¿Y cómo demostrarle que la pasión desatada en la oscuridad no había sido más que el comienzo de una vida de place.

2. Deseos ocultos del conde


Una noche de verano, años atrás, Edward Alcott había cedido a la tentación de besar a lady Julia Kenney en un jardín oscuro.
Después de que la dama se hubiera casado con el hermano gemelo de Edward, el conde de Greyling, esa pasión que ella había despertado en él debía permanecer entre las sombras del jardín. Sin embargo, cuando la tragedia les golpeó con fuerza, y para honrar el juramento hecho a su hermano moribundo, Edward debía fingir ser Greyling hasta que la condesa diera a luz a su bebé.
Tras el regreso de su esposo, después de un viaje de dos meses de duración, Julia lo encontró cambiado. Más descarado, audaz, y mucho más travieso, aunque limitara sus encuentros a unos simples besos. Cada día que pasaba, ella se sentía más enamorada de él.
Para Edward, los rescoldos del deseo, que habían prendido aquella noche de hacía tantos años, recobraron vida con suma rapidez. Se moría por ser su esposo en toda su plenitud. Pero, si ella descubriera el engaño, lo despreciaría, y las leyes inglesas le impedían casarse con la viuda de su hermano. Aun así, sabía que debía arriesgarlo todo y revelar sus secretos si quería optar a recibirlo todo.


3. El vizconde y la cazafortunas


El vizconde Locksley había visto cómo se cumplía la premisa en el caso de su padre, tras la muerte de su adorada esposa. Pero cuando su progenitor decidió desposar a la cazafortunas de cabellos de fuego Portia Gadstone, Locke se sintió obligado a tomar medidas drásticas para impedir que esa mujer de impresionante belleza se aprovechara de su padre. Y un matrimonio cuya única finalidad fuera el placer mutuo podría resultar de lo más conveniente, por supuesto siempre que no se filtrara ningún sentimiento inconveniente.
La desesperación había empujado a Portia a acceder a casarse con un demente. El acuerdo le ofrecería la protección que necesitaba. Al menos eso pensaba hasta que el inquietantemente atractivo hijo del marqués leyó la letra pequeña del contrato... ¡y decidió ocupar el lugar de su padre!
De repente la tranquila y, sobre todo, segura unión que Portia había planeado había sido transformada en otra, rebosante de traviesas tentaciones y abierta a la posibilidad de que le rompieran el corazón. Porque, a medida que iba enamorándose de su endemoniadamente seductor marido, sus oscuros secretos empezaron a aflorar, amenazando con destrozarlos a ambos, a no ser que Locke fuera capaz de arriesgarlo todo y abrir su corazón al amor.